80... aquel maravilloso año... (lo repito porque ahí nacieron dos estrellas que iluminan el firmamento y todo eso... ¿verdad que si?) ~ Pruébame blogger!

sábado, 16 de febrero de 2013

80... aquel maravilloso año... (lo repito porque ahí nacieron dos estrellas que iluminan el firmamento y todo eso... ¿verdad que si?)

-Antimagia antimagia... ¡AMBROSIO, QUE TE LAS VAS A GANAR! ¡VEN AQUÍ AHORA MISMO Y SUÉLTAME SI NO QUIERES QUE EMPIECE A HACER Y DECIR COSAS POCO DIGNAS DE UNA SEÑORITA!
-Di lo que quieras, de ahí no podrán salir. Está fabricada de una pieza, no tiene junturas ni bisagras, nada que pueda ser manipulado físicamente.
-¿ah si? ¿y cómo nos metiste? ¿eh? ¿eh?
-Muy fácil, es una patente de mi invención, podríamos decir que la jaula es una membrana de adamantium semipermeable a la magia. Como lo de las soluciones salinas, ya sabes, la magia entra pero no sale, así que evidentemente, os metí usando magia.
-¿y desde cuando sabes tu usar magia, pringao? ¡te analizaron de arriba a abajo! ¡tenías potencial mágico menos uno!
-La magia no es algo tan etéreo y astral como todo el mundo cree. Y de todos modos, basta robársela a otro, no necesitas generarla tu mismo. Lo que hay que saber es como manipularla, del mismo modo que los manipulo a ustedes. Ah, y por si no lo sabes, la jaula no solo aísla, sino que absorbe. Es casi como una sanguijuela... ¿y a que no adivinas donde va a parar toda esa magia?
-Argh... ya me parecía a mi que me veía más débil... y yo pensando que era por la cucaracha que se había colado...
-Anda y que os den. Pronto se os acabará la magia y no mucho más tarde empezaréis a deshidrataros hasta perder el conocimiento.
-¡y entonces por fin les veré las bragas!

Dos tortazos volaron por el aire y se estrellaron en sendos carrillos de un Adrian consternado. 

-Igual alguno muere antes- dijo Ambrosio entre risas -. En fin, tengo que atender asuntos más urgentes que requieren toda mi atención. ¡Hasta nunca!

Triste, Adrián se apartó hacia una de las esquinas. Sólo quería ver unas bragas, no es para tanto, pensaba. Si quieres volver a ver, contestaron dos voces simultáneamente en su cabeza, mejor que te moderes. Viniendo de aquellas era más que posible que se los sacaran. Ahora estaba ya casi sobrio y empezaba a notarse el comienzo de una resaca épica. Necesitaba más alcohol para combatirla, así que su cerebro empezó a esforzarse para buscar una salida. Como había dicho Ambrosio, la jaula estaba hecha de una pieza, sin junturas, sin soldaduras,  de un material increíblemente resistente, con unos barrotes gruesos y... eh, si quepo por enmedio... es lo que tiene estar más flaco que un palillo, lo cual era extraño teniendo en cuenta lo energético que es el alcohol. Vale, ya caigo, el alcohol es muy energético si lo tomas, pero deja de serlo cuando lo vomitas... ¡coño!, he llegado yo solo a una conclusión científica válida yo solo y sin ayuda... en fin, debe ser cosa de la abstinencia.

-Bueno nenas, me piro -dijo colándose no sin cierta dificultad entre los barrotes-. ¿Qué queréis que os traiga? ¿anis del mono? ¿aguardiente? ¿vodka?
-Queremos salir a buscarlo nosotras mismas, gracias -soltó Rebeca, perpleja.
-Bueno, yo tengo algo de prisa, si veo a alguno de los otros se lo comento ¿ok?
-¿¿Nos vas a dejar aquí tiraditas, gilipichis??
-Bueno, no, tu estás sentada y ella de pie aferrada a los barrotes. Tiradas tiradas no están (aunque yo si me las tira...)
-¡Te estamos oyendo!

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